jueves, 3 de septiembre de 2015

Una historia de violencia

No tengo datos sobre si lo que sucede en este vídeo tiene lugar en el transporte público parisino. Diría que tiene toda la pinta. En Francia, desde luego. Y tampoco sé si los protagonistas se conocían previamente y la cosa venía de largo. No lo sé. Aunque diría que no. Como quiera que sólo he podido colgar el enlace del vídeo a través de este post de Facebook , os explico brevemente qué sucede en caso de que vídeo desaparezca con el correr de los días: en un autobús de línea un grupo de jóvenes empiezan a provocar a otro (al parecer) sin venir a cuento. El provocado no responde a las provocaciones hasta que terminan dándole una paliza en el mismo autobús. El resto de pasajeros, horrorizados, se alejan o se quedan petrificados mirando la escena. Sólo uno interviene. También es apaleado. Y otro, que se queda mirando descaradamente, también se lleva lo suyo. El joven apaleado se fue refugiando, entre la tunda de golpes y como puede, hasta la cabina del conductor al que le ruega vaya al hospital. Una vez los delincuentes marchan los pasajeros recriminan al conductor no haber hecho nada ("¿¡qué podía hacer yo?!", les responde el chófer). He aquí el vídeo, he tenido que poner el enlace directamente a FB, lo siento, no he hallado el vídeo limpio en otro lado:

https://www.facebook.com/bulent2626/videos/910593672347267/?fref=nf


Reflexión 1. El protagonista y la turba. Causas. La imagen del bien limitado
Entiendo que el 'error' del joven quizá radique en una vestimenta discordante (una bufanda ancha y colgando) al resto de pasajeros del autobús. Más en concreto al de la turba. Por otro lado, su postura y/o ubicación en el transporte: relajado y en medio del pasillo. A ojos de todo. Los delincuentes hacen la siguiente lectura: este viene aquí a alardear de la pasta que tiene, de lo feliz y relajado que vive y además se pone en los medios (como se dicen en el toreo) para que todos le veamos. Pues se va a enterar. Paliza. Es posible que otros pasajeros llevaran ropas más caras. Pero en ese autobús no se les notaba. Y ningún otro iba cogido de las barandilla superiores ni se había colocado en mitad del pasillo. Todos agazapados y quietecitos en los laterales y con la mirada ausente. Cuanto aquí ocurre rescata el concepto que los antropólogos acuñaron como la imagen del bien limitado. A saber; unque tengas más posesiones (más conocimientos, más amigos... en definitiva, más de lo que sea) que los demás, más te vale no demostrarlo. Si el resto de la tribu detecta que es así, te expulsará. Te castigará. Debes disimular tus excedentes, ocultarlos. Y esto es un buen ejemplo de lo que ocurre todos los días a nuestro alrededor. Al ser un caso de violencia física resulta más obvio. Pero se repiten por doquier con violencia verbal, presión psicológica, 'mobbing' laboral... Gente a la que se arrincona en un trabajo o se despide por demostrar estar más preparado que el nivel medio del entorno. ¿Les suena? Yo estoy harto de verlo. La envidia ha fagocitado la cooperación y la voluntad de mejora/aprendizaje en nuestros semejantes. El idílico 'sé tú mismo allá donde vayas' puede llevarte al hospital. O al paro. O al cementerio. En sociedad, por supervivencia, uno termina mimetizándose con su entorno. Y en este acto de ocultamiento provoca una renuncia de sí mismo. El miedo a la expulsión del grupo, al castigo, es superior a la libre afirmación de sí mismo. Darwin le gana el pulso a Nietzsche. Así, sólo en su intimidad, o en su entorno de allegados más íntimos, puede comportarse como realmente es. El filósofo alemán, precisamente, anticipaba ya que si uno quiere correr por delante del toro lo más posible es que termine siendo corneado.



Ilustración. 'Sons of anarchy'


Reflexión 2. 1. Ética. El resto de pasajeros. Acción y/o pasividad.
Un solo hombre tratar de detener la paliza. El mismo, enseguida, es apaleado también por la turba. No todo el mundo sabe cómo comportarse ante la violencia. El miedo al horror puede paralizar las piernas, el habla... en definitiva, la acción. A cualquiera. El instinto es imprevisible y la naturaleza real de cada uno aflora cuando es llamada por el instinto. Este valiente es de esas pocas personas con temple para reaccionar ante algo tan descarnado (y en un espacio físico tan reducido, lo que resulta aún más violento, por cierto). Sabedor que por sí solo no iba a detener a los cuatro o cinco delincuentes, se mete en la pelea. Eso es valentía y no arrojarse por un puente colgado de los pies para subirlo a Youtube. Le llovieron golpes por tratar de defender al indefenso. Como al Padre Jofré. Pero podía haberle caído una puñalada o recibir un golpe mortal. Cuántas veces hemos leído de un tercero que por meterse en una pelea 'que no iba con él' ha terminado muriendo. Menudo fin, ¿no? Jugarte la vida por 'otro' al que nada te une más que tu condición de ser humano... y tu sentido del deber. Mejor no me meto. Es duro que golpeen a un ser humano, pero más duro es que me golpen a mí. Esa es la ética. Primero el uno, luego todo lo demás. El entregarse a los demás, morir por lo demás, quedó en la época de Cristo. O en el Código de Caballería. Nuestra sociedad es solidaria de sofá; denunciar tropelías, posicionarte, comprometerte... a golpe de RT y de 'me gusta'. Pero jamás abandonaré mi burbuja para salir al exterior, no haré una 'fuga de Logan' que me haga perder mi situación de confort. El posmodernismo ha empujado a Rousseau por el precipicio de la Turning Torso.

"¿¡Qué podía hacer yo?!", responde el conductor cuando el resto de pasajeros le recrimina su actitud (una vez que los delincuentes se han marchado, claro). En el vídeo se observaba cómo el chófer gritaba a los delincuentes para que cesaran con la paliza ("¡Parad, ya está bien, ¿no?!) e incluso estira un brazo para tratar de detenerles (con el otro debe mantener cogido el volante por el bien de todos). El ciudadano del siglo XXI tiende a responsabilizar a otro individuo de los males generales. De los males antes los que, por otra parte, cualquier individuo puede tomar partido para tratar de remediar. Pero es más fácil llamar a mamá para que te limpie el culo que limpiártelo tú. Nos hemos hecho bebés. Mamá es quien hará todo y a quien responsabilizar de todo. Se han perdido los adultos. Ni qué decir donde queda ya la frase de JFK: "No te preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate qué puedes hacer tú por tu país". Bueno sí, en los azucarillos o en las JPG que la gente pega y comparte por redes sociales. Que siempre queda muy bien. Y no pasas frío.

Reflexión 2. 1. Ética. La mano dulce.
En este tipo de situaciones violentas, que en la mayoría de los casos suelen protagonizar varones (aunque me sorprende ver ya vídeo escolares con chicas golpeándose entre sí), echo en falta el concurso de las mujeres. No quiero que ninguna mujer se meta en ninguna pelea, que nadie me entienda mal. Lo que digo es que un varón responde ante la presencia de otro varón con aumento de agresividad. Es algo hormonal. Pero la presencia femenina rebaja la tensión. Dulcifica el momento. Ocurrirá, pero no será frecuente, que un varón golpee a una mujer que se meta en una pelea. Es por esto que reclamo el papel de ella como mediadoras. Les ruego que llegados este caso, tengan valentía y tomen partido, pues ellas tendrán mayor éxito que ellos.


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