jueves, 14 de abril de 2011

Mirar arriba

De nano el tiempo avanza angustiosamente lento. Nunca llegaba el fin de semana. Jamás las Fallas. Y_de las vacaciones de verano mejor ni hablar, si en septiembre te atrevías a pensar en el verano siguiente te daban hasta mareos por la incapacidad de imaginar un futuro tan tan tan lejano (ya ven ahora, prevés los cursos escolares como si fuera de una semana a otra). De nano, las dimensiones se acortan. Yo no sé si porque nuestros sentidos todavía no se han desarrollado o porque nuestra experiencia compensa su escasez sobredimensionando los datos de los que disponemos entonces. Uno recuerda su habitación lo suficientemente tocha como para jugar con su hermano a cualquier cosa, el frontón era Jai Alai, el pupitre de clase promontorio para esculpir, dibujar y hacerse chuletas... pero al regresar a esos lugares, un buen puñado de años más tarde, descubre que aquel mundo era una caja de cerillas. Enorme. Aún sin fósforos. Y de nano, ay, también, uno camina mirando al suelo en demasía.
Cuando mi hermano y yo nos quedábamos en Ruzafa, mi tía Carmen, la hermana de mi abuelo, una mujer hermosa, desvivida por los hijos y nietos que no tuvo pero bien los gozó fraternalmente, nos llevaba al centro. Para nosotros el centro siempre ha sido la calle Ruzafa en el tramo que iba de Balanzá hasta Galerias Preciados. En el barrio no había gran cosa para los chiquillos (sigue sin haber mucha hoy) así que a diario pateábamos por Cura Femenía o Tomasos hasta San Valero y de ahí Ruzafa arriba. Apenas nos fijábamos en tiendas o escaparates, no como ahora. Era el suelo. Con esas baldosas curvas de color negro y amarillo por donde mi hermano y yo jugábamos. Cada uno escogía un color y no podía chafar un adoquín curvo distinto a su color. Ya ven. Sin darnos cuenta alcanzábamos los billares Colón. Yo ya no miro el suelo. Casi nunca hacia abajo más que catar con los ojos algún juego de tobillos. Miro mucho de frente. A los ojos. Casi con descaro. Una curiosidad que, entiendo, resulte insolencia. Pero últimamente
noto que mi vida ha cambiado. Empiezo a mirar hacia arriba de seguido. Como si buscara algo que no puedo aprehender, pero que necesito contemplar.

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