viernes, 6 de noviembre de 2015

Piña entre la EMT y un taxi

Aunque un taxi no es un tren y un autobús tampoco lo es, que piñen estos dos vehículos yo lo entiendo como un 'choque de trenes'. Cualquiera que circule por la ciudad sabe esto. El resto de conductores tememos a estos dos depredadores de la calzada urbana. Sin duda los que ocupan la cúspide de la pirámide alimenticia. Se meten en tu carril sin señalizar la maniobra, toman un curva invadiendo varios carriles... y ya te quitarás tú. Pero bueno, eso es otra historia. Aquí lo interesante es saber qué ocurre cuando se enfrentan el Tyrannosaurus Rex con el Giganotosaurus. Pues yo lo he vivido. A los periodistas nos encantan estas cosas. Podemos acercar al lector lo que realmente pasa en la calle. Pero para eso hay que estar en la calle. Aunque eso también otra historia (del sector prensa, cada vez más 'oficinista').

Les decía, ayer jueves 5 de noviembre de 2015, a eso de las 12 h. del mediodía, cogí el '4' de la EMT con mi nuevo bono recién comprado (8 euros del mismo + 2 euros de la tarjeta. Total 10 euros) en la calle de las Barcas. No habíamos llegado a la siguiente parada cuando un taxista chirrió, lateral con lateral en claro homenaje a las cuadrigas de 'Ben Hur', con nosotros a la altura del Palacio de Justicia. Qué casualidad, por cierto. Todos los pasajeros nos asustamos. No fue un golpe pero el quejido metálico nos causó zozobra, vaya. El conductor arrimó el autobús en un lateral de la Plaza de las Américas para evitar entorpecer el tráfico. El taxista lo estacionó tras él. Miré hacia atrás por una de las puertas (primera de las fotos que acompañan esta peripecia). El retrovisor izquierdo del taxista se había desintegrado. No pude ver más de su lateral, aunque intuyo habría más daños. Del autobús, ni idea. No llegué a bajar de él hasta el final del relato y cuando lo hice ni me acordé, francamente.

Taxista siniestrado aparcado tras el '4' de la EMT.

El conductor del autobús no se puso nervioso ni lanzó ningún improperio como cualquiera de nosotros hubiera hecho al tener un accidente. Muy profesional. Acomodó el mastodonte rojo en esa flexión hidráulica semilateral derecha, abrió las puertas y descendió para hablar con el conductor del taxi. Al poco regresó a la cabina, extrajo unos papeles e informó por radio del incidente. Muchos pasajeros, viendo que la cosa iba para largo, decidieron abandonar el autobús en silenciosa resignación. Otros permanecimos en él. El taxista regresó al '4' y se asomó por la puerta frontal. No llegó a subir. Pero todos pudimos comprobar su estado de nerviosismo. Por supuesto, nadie tenía la culpa. Eso es tan español como el Quijote. Taxista y 'busero' (me permitirán el coloquialismo que rescato de mi época escolar) intercambiaron versiones tipo "Iba yo en mi carril y eres tú el que te has metido en él" sin esperar a que el otro cediera su postura. Eso que vemos a diario en cualquier tertulia de TV. Nada nuevo bajo el sol.




El conductor de la EMT rellenando el 'parte'.

Pasaron los minutos y alguno pasajeros se fueron impacientando. "Tengo cita con el médico a las 12 h y no voy a llegar. Son menos diez", se quejó uno. La señora de al lado apuntó: "No es culpa del conductor". Calló. No obstante, el 'busero' se giró a la media docena de pasajeros que aguardábamos con paciencia y nos habló en valenciano. Nos dijo que a apenas 30 metros se encontraba la parada de Navarro Reverter, donde el siguiente '4' pasaría en breve. "Ya, pero van todos cargadísimos, como para subir en otro...", musitó alguien tras de mí. Al parecer un crucero había llegado a la ciudad, y cuando eso sucede las líneas que llegan al Puerto de Valencia (el '4' entre ellas) se colapsan.




 El conductor de la EMT aguarda paciente la llegada de la inspectora.

A mi izquierda una anciana llamó a su nieta por teléfono. "Nena hoy haré fideuà, pero llegad un poco más tarde que aún estoy en el autobús". A mi derecha dos hombres debatían: "Oye, y los que se han bajado... ¿pierden el billete? ¿Les cuenta un pasaje del bonobús o se lo reintegran de algún modo?". Son las dudas del consumidor, claro. En una ocasión se fue la luz en Kinépolis y el acomodador nos pidió el corre electrónico a los presentes. En unos días me llegó un e-mail de un responsable de los cines belgas diciendo que podríamos disfrutar de una sesión gratis. Por ejemplo.



  La inspectora de la EMT finaliza su trabajo y abandona el lugar.


Una mujer perfectamente uniformada llegó al lugar. Era la inspectora de la EMT. Lo primero que hizo fue hablar con el taxista. "¿Está usted bien?". Luego subió al autobús y le preguntó al conductor algo similar. Hablaron unos minutos, recogió unos papeles y marchó (foto superior a estas líneas). Arrancamos. Pasamos varias paradas de largo. Le pregunté al 'busero' si no tenía previsto parar en alguna, pues ya me veía donde los cruceristas... "Jo pare on vosté necesite", me respondió. Y así lo hizo.


Esto es lo que ocurrió. Los empleados de al EMT evidenciaron mucha profesionalidad. Tanto el conductor como la inspectora. Nunca transmitieron nervios al pasaje (ni al taxista), ejecutaron su protocolo de actuación en caso de accidente según toca y a tiempo. Estuvieron amables con nosotros y se nos habló en castellano o valenciano según la lengua en que nosotros les habláramos a ellos. 

Creo que está bien contar estas cosas. Son nuestro día a día. Sin cámaras ni ruedas de prensa en traje chaqueta. Es esta gente quien realmente hace funcionar los servicios. Las empresas. Públicas o privadas. Estos comportamientos provocan que uno vuelva a subirse al autobús o no. La calidad del servicio fideliza al usuario. También le hace crecer. Y yo quiero que quede constancia por esta gente de la línea '4'. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario