miércoles, 5 de octubre de 2016

Descerebrados de moda

Tribuna Abierta publicada en Página 4 del periódico Levante EMV (29 septiembre 2016. http://www.levante-emv.com/opinion/2016/09/29/descerebrados-moda/1472903.html)

Estimado lector que inviertes unos minutos para leer un artículo de prensa: no te voy a decir nada que no haya dicho antes a mis alumnos de Filosofía. «Lo que quiero enseñaros no es sólo que sepáis afrontar este examen, sino que sepáis abordar una conversación con vuestros padres, una discusión en vuestros futuros trabajos y, llegado el caso, cuando os enfrentéis a vosotros mismos en el silencio de ciertas preguntas. También aprenderéis a escuchar antes de hablar. Y a valorar las ideas de todo el mundo». Esto mismo anuncié en clase de Bachiller momentos antes de repartir un examen de Filosofía. El filósofo es incómodo, lo sé. Pero eso mismo le hace humano. Y todo dirigente, de un país o de una gran empresa, debiera tener uno a su lado para que le diga lo que nadie le dice; porque no lo ve o porque no se atreven a decírselo. Al filósofo no le mueve el interés personal, sino la verdad. Por ahí quedaros tranquilos, competidores de oficina. Hacia esta dirección deben dirigirse los pasos del ser humano. Que no os distraigan las flashes ni los cutis de los famosos. No os convirtáis en descerebrados de moda. Aún estamos a tiempo de, sino reenderezar la deriva de la sociedad, al menos de compensarla. 
En el mercado laboral, además, ojo a lo que viene: en un puñado de años, más pronto de lo que pensamos, el 60% de los trabajos actuales serán asumidos por las máquinas. No es una novela de ciencia ficción. La tecnología crece en progresión geométrica. Ya existe un hotel en Tokio donde todos sus empleados son máquinas. Es lo que viene. Haceros fuertes en algo que jamás pueda desempeñar una máquina pues de lo contrario seréis «amortizados». Así, a mis alumnos les expliqué el Test de Turing y luego debatimos de en qué nos distinguimos de los animales. Les hablé del lenguaje. De Saussure y de Merleau-Ponty. De la capacidad creativa. De cómo el ser humano es capaz de resolver un problema «no dado» en su vida y de por qué diablos los castores llevan todo su vida haciendo los diques exactamente de la misma manera.

Querido lector, el hombre no es más que lo que la educación hace de él. Esto no es mío. Es de Kant. Y yo percibo que el sistema educativo está modelando a los alumnos para convertirlos en operarios. Trabajadores sumisos sin capacidad crítica. Ciudadanos sin herramientas para debatir sobre se hizo bien en disparar a aquel gorila de un zoo de Mississippi «por miedo a que hiciera daño» a un niño que había caído en el foso del animal. Nuestros alumnos deben poder afrontar la cuestión con argumentos biológicos. Desde el punto de vista antropológico. Social. E incluso religioso, sí. Alumbrar el problema desde todos los ángulos posibles. Es como dar vueltas a una casa para contemplarla desde todos sus lados y a diversas horas del día. Entrar en ella, tocarla, respirarla y vivirla. Escuchar en silencio si crujen sus andamios. Percibir cómo cambia su estética con la luz de la tarde y con la vida de una familia en ella. Y luego reforzar tu análisis con autores y corrientes que te enseñaron en clase. Sí, en Bachiller. Donde enseñamos a realizar una exposición adecuada en la que demuestres que has sido capaz de detectar la auténtica problemática de la que vas a hablar. Demostrar que sabes definir los términos que utilizas. Que conoces los matices e inexactitudes en el uso de tus palabras, pues sin el buen uso y la correcta definición compartida de ellas (principio socrático) de nada sirve ponerse a hablar.
Lector puede que aún no lo sepas, pero la LOMCE ha suprimido la asignatura de Filosofía en Segundo de Bachiller. Algunas CC.AA. se han plantado ante esta medida y le han echado un pulso al Ministerio para frenar este retroceso intelectual en España. Semejante desobediencia al Ministerio de Educación está fundada. Es un acto de responsabilidad intelectual. Y como está justificada yo aplaudo a estos gobiernos autonómicos. Pero también les envidio, pues el mutismo de la Conselleria de Educación Valenciana calla y se me antoja connivente. ¿Quiere el Consell ser corresponsable en este embrutecimiento de los valencianos? ¿Está a favor de convertir las escuelas valencianas en factorías de operarios eficaces? Estimado Consell. Estimados ciudadanos: ¿de qué sirve conducir un Aston Martin, un Bentley o un Jaguar si el conductor es un idiota?

martes, 24 de mayo de 2016

No quiero más huéspedes




Todos sabemos qué es un ‘huésped’. Pero os lo recuerdo: “persona alojada en casa ajena”. No es ésta una definición xenófoba, sino de voluntad de permanencia. Mi modo, de amor. Aclarado por donde van a ir los tiros: no quiero más huéspedes en el Valencia CF.
Quiero que aquel que venga se quede a vivir en mi casa. Bien porque lo deseaba antes de venir bien porque aunque no lo deseara, al entrar en ella no tuvo ya otro pensamiento que formar parte de la misma. Del Valencia CF. Y me da lo mismo que haya nacido en el barrio o en Kuala Lumpur, pues los sentimientos no entienden de fronteras. Algunos de los más admirados miembros de nuestra familia no nacieron aquí; son de Castilla-León, del País Vasco, de Argentina…Pero no estuvieron de paso. Casi ninguno antes de llegar. Y si hubo alguno antes de hacerlo, al descubrir nuestra casa la respetó, la amó y ahora la venera. Pues siempre será su casa.
Me temo que hace ya tiempo solo hay huéspedes que van y vienen. Los he visto desde la ventana  como la mayoría de vosotros, pero también desde el interior de la casa, como algunos sabéis. Huéspedes sin pena ni gloria en el mejor de los casos, o costándonos disgustos en el peor. Facturas que aún pagamos por inexperiencia o mal asesoramiento en el mejor de los casos, o por mala fe en el peor de ellos. Que de todo hubo… y sigue habiendo.
Este fin de semana he visto la cara honrada y orgullosa de Jaume Doménech pese a las pachangas de Singapur. Y me he dicho varias cosas; ahí tienes a un jugador sin experiencia en Champions… que tiró del carro en esa competición ante la indolencia de una plantilla de huéspedes. También me he dicho: ahí tienes a un chaval que te salvó 10-12 puntos que ahora te harían permutar tu plaza en Segunda con el Rayo, Getafe o Levante UD… y al que se le premió con un ‘destierro-express’ sin motivo profesional alguno (mi gran epifanía personal en el VCF). Ahí tienes a un chaval que siendo mejor, igual o peor que Ryan y Alves no te ha tirado petardos en el vestuario. Y por último me he dicho: sí, ahí tienes a un chaval que pese a todos los “ahí tienes” de antes está en Singapur, solícito, posando con la mejor de sus sonrisas.
¿Sabéis por qué? Porque Jaume no es un huésped. Y yo estoy harto de huéspedes. De eso, y de que se forren las paredes con fotos de principios de siglo; cuando en nuestra casa la gente quería vivir, crecer y morir.


Publicado en Café Mestalla (http://cafemestalla.com/no-quiero-mas-huespedes/)

lunes, 23 de mayo de 2016

Adiós, querida

Hace ahora 16 años marché de casa de mis padres. No porque me llevara mal con ellos, todo lo contrario, sino porque como quiera que me educaron a valerme por mí mismo y yo hacía un tiempo que tenía trabajo, entendí que era el momento de irse.
Como todos los pasos que doy, me comprometo al máximo. Así que abandoné el ambiente doméstico asumiendo mi nueva autonomía con todas sus consecuencias. Y las de las tareas del hogar, también, claro. Debía aprender a cocinar, a planchar, fregar, hacer la colada, reparar persianas, poner cuadros... en fin, todo lo que hacían mis padres. En ese instante tú entraste en mi vida, querida.
Yo apenas sabía gran cosa de las tareas domésticas. Aún recuerdo aquel artículo que publiqué en prensa narrando mi primera colada tendida un fuerte día de viento en el barrio de Malilla... Vaya desastre. ¿Pero quién nace aprendido? El caso es que no quería llevarle la ropa a mi madre los fines de semana y que la pobre mujer, que ya hizo ocupándose de tres hombres (y varios perros), se arreará el planchazo dominical y le entregara al "nene" la ropita hecha junto a una montaña de 'tuppers' para evitar cocinar de lunes a viernes. No quería ser así, no.
Como tampoco quería que entrara ninguna mujer de  la limpieza en mi hogar. Quería aprender a hacer esas cosas yo para que, llegado el día, tuviera la mente clara a la hora de enamorarme de una mujer. Lo entendí como una manera de despejar el camino al amor verdadero, sí.
Una tarde en Burjassot te encontré. Me recordabas a mi infancia: alegre, poderosa y simpática.
El tiempo ha corrido desde entonces, ¿verdad? Sé que has visto mucho y contado nada. Éxitos y desengaños en el trabajo. Amigos que vienen y van, unos pocos que se quedan y vuelven (muy pocos). Y de chicas mejor ni hablar.... Ya sé que me ha costado dar con la adecuada, ¡qué quieres, no he sido muy rápido para ciertas cosas en la vida! Pese a todo tú siempre demostraste paciencia maternal y sé que no juzgabas a ninguna (eso ya no es maternal).
En silencio esperabas que fuera a buscarte. Te necesitabas y cumplías. Punto. Así de sencillo. Este fin de semana el óxido que ha ido recubriendo tu cuerpo y que yo me negaba a ver, ha dado paso a una serie de atascos en tu respiradero. Me temo que llegó la hora del adiós, fiel amiga.

Hormiga atómica, nunca te olvidaré.