"Quien tiene un cuerpo apto para muchas cosas, tiene un alma cuya parte mayor es eterna" Spinoza, 'Ética' (Proposición XXXIX. Capítulo V)
martes, 21 de junio de 2011
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Vale, creo que la primera gran crisis de todo ser humano es cuando deja de creerse el mundo. Cuando deja de creer en las amistades sinceras, en el trabajo duradero, en fin, en la perdurabilidad de nada o nadie. Puede que sea el primer gran golpe que recibe su alma. Y por eso el dolor es tal que no puede compararse con ningún otro de los que ha padecido. El alma antes no había sido tocada. Sí el orgullo, puede que el corazón pero sin duda nunca antes el alma. Uno ya no ve el mundo igual. De noche a la mañana, se da cuenta que de todo cuanto aprendió poco le va a servir en adelante. No realmente. Sí para ir tirando. Como un zorrezno aprende a comer bayas en el bosque para no morir. Es triste, poco nutritivo, pero le permite seguir tirando pese a la bravura de su naturaleza. En adelante el ser humano cuya alma ha sido golpeada por la angustiosa epifanía de la Caducidad flotará durante meses, años, puede que décadas. Errático, entregado a las inclemencias del tiempo. De la vida. Y cada día se preguntará cómo puede hacer para regresar a aquel barco en el que había vivido, donde sobraban los alimentos y los amigos, donde la familia se encontraba al primer silbido. Peor, una noche fría, húmeda y cerrada se preguntará si realmente existió aquel barco y aquella vida.
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